La sencillez es una virtud maravillosa y no tan común como debiera ser. Sencillo no es sinónimo de una personalidad fácil o llana, sino de una personalidad de verdad y natural.
Es uno de esos atributos que adorna a cualquier otro. Siempre está asociada con la humildad y denota nobleza y madurez. Por eso, aunque resulte paradójico, solo las personas extraordinarias cuentan genuinamente con esta cualidad. Es decir, que alguien se mueva con la idea de lo sencillo significa que lo que hace, lo hace con un comportamiento transparente y puro.
Una mente sencilla también se expresa con la naturalidad propia de quien no está interesado en demostrar nada ni en crear mitos a su alrededor. Sus palabras son claras y elocuentes. Sin adornos innecesarios. Sin pretensiones de erudición o marcas de clase social intencionadas. La sencillez hace que expresemos lo que pensamos de forma directa y simple.
La sencillez es una cualidad de personas extraordinarias y sencillez no quiere decir conformismo. De hecho, la sencillez nos ayuda a caminar más ligeros por la vida. La gente auténtica se une entre sí y descubren más allá de la realidad un mundo de cariño y honestidad con el que solventar cualquier situación que parezca complicada.
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